En clase estamos montando un espacio especial dedicado a la educación emocional. Entre otras cosas, tenemos unos carteles que nos ayudan a enfrentarnos a los conflictos que nos producen frustración, enfado, nerviosismo o tristeza. Partimos de la premisa que no existen emociones "buenas" o "malas", todas son igual de válidas y forman parte de nuestras vidas, por tanto enfocaremos la educación emocional de manera que el niño y la niña aprendan a aceptar estas emociones. Los carteles sirven de recordatorio visual para saber los pasos que debemos seguir en el supuesto que el niño o la niña considere que lo necesita. Viene muy bien a los niños que tienen una baja tolerancia a la frustración, a los que se bloquean ante los problemas o a lo que se sale de su control.
No están diseñados para la resolución de conflictos como tal, sino a tomar conciencia de las emociones y de cómo estas nos hacen sentir y cómo actuamos en cada caso, así como buscar alternativas para sentirnos en paz.
1. Respirar: ante un enfado, una rabieta, frustración... nos debemos parar y respirar. Respirar es importante para tranquilizarnos primero y para ver las cosas desde otro ángulo, más tranquilos y menos subjetivos. Hay que trabajarlo previamente en clase.
2. Pensar en lo sucedido, analizarlo desde todos los puntos de vista. Si el conflicto o malestar es consigo mismo o con un objeto, analizaremos la causa, si la forma de actuar ha sido proporcionada con dicha causa, si hemos destrozado material,... Si es con otra(s) persona(s), debemos hacer también un ejercicio de empatía, ponernos en el lugar del otro, aunque haya actuado mal, para intentar ver el problema desde su punto de vista y desde el propio también.
3. Analizar cómo nos sentimos. Identificar la emoción que nos hace sentir este hecho y cómo nos sentimos con esta emoción. Es un ejercicio para los mayorcitos, los chiquitines no solo identificarán la emoción.
4. Buscar una solución o una alternativa. Pensar en la mejor forma de resolver el conflicto, bien sea consigo mismo o con otro niño o niña, por lo que, nuevamente, habrá que hacer un ejercicio de empatía.
Para seguir estos pasos hay que trabajar mucho primero la vuelta a la calma, la empatía y la búsqueda de soluciones. Es un proceso muy lento y nosotros las trabajamos a través de cuentos, situaciones reales que nos suceden y situaciones imaginarias.
Seguiremos hablando de las emociones a medida que montemos el rincón. ¡Hasta la próxima!
1. Respirar: ante un enfado, una rabieta, frustración... nos debemos parar y respirar. Respirar es importante para tranquilizarnos primero y para ver las cosas desde otro ángulo, más tranquilos y menos subjetivos. Hay que trabajarlo previamente en clase.
2. Pensar en lo sucedido, analizarlo desde todos los puntos de vista. Si el conflicto o malestar es consigo mismo o con un objeto, analizaremos la causa, si la forma de actuar ha sido proporcionada con dicha causa, si hemos destrozado material,... Si es con otra(s) persona(s), debemos hacer también un ejercicio de empatía, ponernos en el lugar del otro, aunque haya actuado mal, para intentar ver el problema desde su punto de vista y desde el propio también.
3. Analizar cómo nos sentimos. Identificar la emoción que nos hace sentir este hecho y cómo nos sentimos con esta emoción. Es un ejercicio para los mayorcitos, los chiquitines no solo identificarán la emoción.
4. Buscar una solución o una alternativa. Pensar en la mejor forma de resolver el conflicto, bien sea consigo mismo o con otro niño o niña, por lo que, nuevamente, habrá que hacer un ejercicio de empatía.
Seguiremos hablando de las emociones a medida que montemos el rincón. ¡Hasta la próxima!