Tras haber introducido el cuento "El Monstruo de colores" con una propuesta muy original gracias a la inspiración de mi súper amiga Bea, hemos contado el cuento en la caja de luz. Ahí relacionamos cada monstruo con su emoción en pequeños grupos. También hemos jugado libremente. En uno de esos mágicos momentos, observé en una de sus historias a un niño que cogía el monstruo enfadado y explicaban la razón de su enfado mientras otra niña con el monstruo amarillo en la mano intentaban alegrar al rojo. Maravilloso, ¿verdad? Con esto no defendemos que sea beneficioso intentar "distraer" al enfado, porque las emociones hay que vivirlas todas sin evitar ninguna, pero me pareció muy tierno ver a unos niños de tres años con esa empatía y razonamiento. Y así jugaron y jugaron creando historias como estas y reflexionando sobre las emociones y su necesidad de ser comprendidas y aceptadas.